¿De que hablamos cuando hablamos de familias?
Elsa Conde Rodríguez
Diputada Federal por ALTERNATIVA
Miércoles 20 de junio
¿Se han puesto a pensar en algún momento lo excepcionalmente diversa que era la familia que el ex presidente Vicente Fox Quezada formó junto con su mujer Martha Sahagún, en Los Pinos?. Cuando los mexicanos creíamos que ya habíamos visto de todo en nuestra clase política mexicana proveniente del Pri-ismo; pues resulta que el Panismo también tiene lo suyo. Vicente Fox, divorciado, llegó a los brazos de Martita con dos chilpayatas suyas, adoptadas en-con su primer matrimonio. Y la que fue nuestra primera dama... más o menos en las mismas; también con un par de hijos de su primer matrimonio; hijos de!!! Un tal señor Beltrones, que por cierto, han dado mucho de que hablar.
¿Se acuerdan de la “pena ajena” que sentimos cuando la ex pareja presidencial visitó al Vaticano y Juan Pablo II, simple y sencillamente los tuvo que recibir por separado, porque el santo padre no se quiso comprar el boleto de trastocar la imagen de la inmaculada familia apostólica y romana?. ¿Tiene algo que ver la familia de Vicente Fox, producto de dos divorcios con los postulados de la jerarquía católica? ¿Con la concepción que tiene, por ejemplo el arzobispo primado de México, Norberto Rivera?:
“La familia es familia aunque esté incompleta y aunque esté en una situación irregular… el matrimonio es un compromiso para toda la vida… desde el principio de los tiempos Dios creo macho y hembra, hombre y mujer y esa es la familia que debemos reconocer, no le podemos corregir la plana al creador, porque los homosexuales simple y sencillamente no son familias, podrán ser otra cosa, pero nunca un núcleo familiar, por lo que para la iglesia católica el tema de la diversidad familiar no existe. (Norberto Rivera, arzobispo primado de México)
Es decir, Norberto Rivera, no solo no reconoce a las familias homosexuales, además, niega la diversidad familiar.
Por qué entonces abrió sus brazos a la ex pareja presidencial? . ¿Será que poder y dinero... si pueden corregir la plana al creador? O será que por lo menos conservan dos características muy importantes de lo que el pensamiento conservador denomina: familia natural
“La familia natural es un fenómeno cuasiuniversal que se mantiene como referencia empírica y ética significativa que está en riesgo de morir ante los nuevos modelos familiares.
Es necesario reeducarnos y reeducar a los tomadores de decisiones para que desde su vida privada tengan la fortaleza para testimoniar, en la vida pública, el valor de la familia natural. El matrimonio monogámico y heterosexual es necesario para el buen funcionamiento y preservación de la familia natural. Las parejas formadas por personas del mismo sexo no garantizan la continuidad y existencia de la sociedad, ya que el homosexual y la lesbiana no pueden aportar el rostro femenino o masculino al hogar pues no lo viven desde adentro”.
(Participación de Rodrigo Vera, catedrático de la Universidad Panamericana, durante el Congreso Mundial de Familias, realizado en la Ciudad de México, en marzo de 2004).
Sin duda, con el rostro bien masculino de Fox (no olvidar sus botas, por favor) y el rostro (y los gustos!!) bien femenino de Martita, no le quedo ninguna duda al arzobispo Norberto Rivera de que ellos eran un buen testimonio público de la familia natural. ¿Les queda a ustedes alguna duda?
Es paradójico que haya sido justo, Vicente Fox, el que decretó que cada primer domingo de marzo se declarara el Día Nacional de la Familia. A partir del 2 de marzo de 2006, esa familia presidencial, ejemplo de la diversidad familiar de nuestro país, decretó que tod@s l@s mexican@s festejemos a la familia natural; a esa familia monogámica, heterosexual, nuclear que según el Vaticano, es el “tesoro de la sociedad”. En México, no cabe duda, se puede tapar el sol con una buena dosis de doble moral... o con discursos y decretos de los políticos de siempre, esos políticos que se niegan a caer pero que están en franca decadencia y extinción. Si quiere volver a escuchar este argumento marque "0".
¿Pero que nos dice esa realidad que vivimos y hacemos posible esos personajes de carne y hueso que nos juntamos, nos separamos, que compartimos hijos míos, tuyos y nuestros. O, esos otros personajes para quiénes el amor no tiene sexo y que para juntarse y amarse solo basta que les de la gana...pero que luchando, luchando, han logrado que en dos estados del país se amplíen sus derechos civiles y su ciudadanía, a través de las sociedades de convivencia?
Realidad familiar en México en cifras:
> Número de hogares: 22, 640, 391, con un promedio de 4.5 integrantes por hogar
> En dos de cada diez hogares se tiene una jefatura femenina
> En tres de cada diez hogares, el padre está ausente.
> En 31% de los hogares hay niños/as menores de 5 años.
> En la cuarta parte hay al menos una persona mayor de 60 años.
> Casi 7 millones de personas viven solas. 6 de cada 10 son hombres. De los 4 en que vive una mujer sola, la tercera parte tiene más de 60 años.
> Ocho de cada 100 son hogares monoparentales.
> Se está incrementando el porcentaje de hogares feminizados, en los que conviven hasta tres generaciones de mujeres.
(Rubalcava, Rosa María (2003) Valores y familias, mitos y realidades)
De 22, 640, 391 hogares en México,
* 68.3% son nucleares
* 23 % son extensos
* 1.6% son compuestos
* 6.9 % son no familiares
Es decir, hay al menos 31 millones, 377 mil personas en nuestro país que no viven bajo el esquema de la familia nuclear.
Estas cifras nos muestran que las familias mexicanas son entidades dinámicas que han experimentado vertiginosas transformaciones en su estructura, valores y estilos de vida.
Al igual que en el mundo entero, en el nuevo milenio las familias de nuestro país se caracterizan por una diversidad que debe ser visibilizada y tomada en cuenta en el diseño legislativo y de políticas públicas. La consideración de la diversidad familiar permite pensar a las familias en plural y proponer alternativas acordes a la compleja realidad que viven.
Se requiere dar protección jurídica y establecer políticas encaminadas a fortalecer y atender integralmente al conjunto de arreglos familiares actuales.
Cada vez con mayor frecuencia conocemos familias monoparentales, en donde una mujer es la jefa de familia y está a cargo de uno, dos o más hijos, por elección propia o porque el compañero se ha marchado. La independencia económica de las mujeres, la posibilidad de regular su facultad reproductiva y la desmitificación sobre la maternidad sin matrimonio de por medio ha generado que esta nueva forma de organización familiar se extienda en toda la sociedad mexicana. Más del 20 por ciento de los hogares mexicanos son encabezados por mujeres y sus familias están siendo amenazadas por el modelo económico vigente y por intereses conservadores que pretenden hacer retroceder las conquistas laborales y sociales de las mujeres.
Una especial consideración merecen las familias, especialmente mundo rural, que han sido afectadas por la migración masiva que ha dejado en la indefensión a quienes se quedan, sin garantías de protección a los hijos, como es la pensión alimenticia, y sin recursos ni oportunidades para que las mujeres accedan a bienes o créditos.
Dejar de reconocer que la organización familiar monoparental es una forma de familia tan valiosa como la tradicional, es dejar fuera de los derechos familiares, por ejemplo, a los integrantes de familias en donde hay un jefe de familia varón que por cualquier razón no tiene compañera.
La esperanza de vida en nuestro país aumenta vertiginosamente lo que ha generado que la integración de abuelos a la familia tradicional sea una práctica cada vez más frecuente o bien, que haya familias constituidas por dos o más adultos mayores.
La tendencia mundial a reconocer otras formas de relaciones sociales -además del matrimonio- y el hecho de que vaya ganando terreno el derecho de las personas a decidir sobre su propia vida, ha traído consigo en México, por lo menos en dos entidades del país, el reconocimiento jurídico de otras formas de organización mediante pactos de convivencia, en donde personas del mismo sexo realizan un pacto civil que les otorga derechos y obligaciones. Lo mencionamos con anterioridad: además de las relaciones familiares civiles y consanguíneas, es necesario avanzar en el reconocimiento y protección de las formas de convivencia permanente cuyo vínculo se establece a través de la amistad, el apoyo mutuo y la solidaridad. Junto con ellos, cada vez es más frecuente que matrimonios heterosexuales decidan prescindir de los hijos toda vez que la maternidad-paternidad no es compatible con sus deseos personales de desarrollo profesional o de pareja, sin dejar de mencionar aquellas parejas que no los tienen porque padecen problemas de infertilidad.
Si la familia es una y única y está compuesta por un varón, una mujer y los hijos que han gestado entre ellos, ¿qué papel ocupan en la sociedad las parejas que por cualesquier razón comparten su vida pero no tienen hijos? También en éstos núcleos sociales el individuo aprende valores, se desarrolla, recibe protección y afecto y se integra a la sociedad.
Es necesario reconocer que, además de la familia nuclear hay familias emergentes: de madres y padres solteros; parejas del mismo sexo con o sin hijos; reconstituidas vinculadas en segundas uniones con hijos de una u otro; personas que hacen vida en común; de una sola persona; de personas adultas mayores; o de mujeres que cuidan hijos propios o de otras mujeres.
En Alternativa estamos convencidos y convencidas de que el valor de las familias debe considerarse en su exacta medida; que es necesario dotarlas de los instrumentos necesarios de protección a sus derechos y de las garantías para su ejercicio pleno, de que fortalecer a las familias como organización social es un paso necesario para el mejor desarrollo de las personas; todo lo cual no será posible hasta en tanto transitemos hacia el reconocimiento de que la familia tradicional compuesta por padre, madre e hijos, es sólo una forma entre muchas otras, de organización familiar.